Aprendizajes para mejorar la política
Autores: Valentina Rosas, directora ejecutiva de Más para Chile
Tomás Las Heras Luco, coordinador de programa de formación en Más para Chile.
Chile comenzó un nuevo proceso electoral en un contexto de fragilidad política y social marcada por la dificultad de dar respuestas eficaces a las demandas ciudadanas. A ello se suma un sistema de partidos altamente fragmentado: veintitrés colectividades y cinco pactos electorales competirán en las legislativas de 2025, lo que hace más complejo alcanzar mayorías estables capaces de impulsar proyectos de desarrollo y gobernabilidad.
En este escenario, marcado además por una profunda desconfianza y desconexión entre la ciudadanía y la política, han surgido diferentes esfuerzos por recomponer vínculos y ofrecer nuevas certezas. Una de ellas es Más para Chile, escuela de liderazgo democrático impulsada por la Universidad de Chile y la Pontificia Universidad Católica, cuyo objetivo es preparar liderazgos capaces de representar con integridad y, sobre todo, capaces de dialogar para avanzar.
El resultado de esta primera experiencia formativa es alentador: Los 28 egresados y egresadas de Más para Chile que competirán en las elecciones de 2025 representan a 12 regiones, 12 partidos y 5 pactos electorales distintos. Son 15 mujeres y 13 hombres, con edades que van desde los 28 a los 55 años. En conjunto, reflejan un cruce entre experiencia política previa, dirigencias sociales y trayectorias profesionales en áreas como derecho, educación, salud, trabajo comunitario y gestión pública. Pero más allá de las cifras, lo relevante fue el espíritu que acompañó el proceso.
Foto: Más para Chile
Entre los 93 participantes que completaron el programa, lo más valorado fue la posibilidad de encontrarse con otros: con quienes piensan distinto, con trayectorias diversas y realidades territoriales muy dispares. Ese diálogo abierto y respetuoso, tantas veces ausente en la vida pública, fue señalado como el aprendizaje más transformador.
A lo largo del programa, los propios participantes fueron concluyendo que el fin último de la política es el bien común, lo que requiere tomar decisiones colectivas, administrar con responsabilidad y dar respuesta efectiva a las necesidades de la ciudadanía. Desde esa experiencia, podemos afirmar que partidos ideológicamente puros o equipos de campaña dedicados a destruir al contrincante en la arena digital difícilmente ofrecen una respuesta adecuada a los desafíos que tenemos por delante. La eficacia de la política y de sus actores se mide en su capacidad para resolver problemas reales y en su disposición a construir acuerdos amplios con aquellos que legítimamente piensan distinto.
La fragilidad democrática que enfrenta Chile es evidente y el desafío es claro: necesitamos construir espacios de diálogo político de calidad para avanzar. Existe consenso entre los participantes de que se requieren liderazgos, de todos los sectores, que busquen ofrecer una alternativa frente a la polarización y el desencanto; liderazgos dispuestos a servir al país con integridad, trabajar por llegar a acuerdos y a poner el diálogo en el centro de su acción política.
Esto no es un lujo democrático, sino una necesidad urgente para recomponer la confianza ciudadana y trazar un camino eficaz para resolver las promesas incumplidas del sistema político. Hacerlo es tarea de todos y todas.
En las próximas elecciones se eligen 155 diputados y diputadas y la mitad del Senado. Es tiempo de actuar y de apoyar conscientemente a aquellos liderazgos que sean capaces de salir de la comodidad de la trinchera y se atrevan a dialogar para hacer política.
Publicada en El Mostrador
10 de septiembre de 2025